Friday, July 09, 2004
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos
(...)En el final elegíaco del filme, de triste belleza, ("todo se quiebra, todo se reune de nuevo, eternamente se edifica el mismo edificio de existencias", para seguir con Nietzsche), Joel y Clementine parecen creer que el amor existe en ese instante fugaz que jamás caduca. En esa noche tirados en la nieve, en ese pelo teñido, en esa charla bajo las sábanas, ese apodo tonto, esos ojos tristes. Momentos robados al tiempo. Instantes de felicidad infinitos que duran toda la vida, pero que se parecen demasiado al ayer.